Marta Borruel

En qué pienso cuando pienso en eco

A la hora de establecer un plan o acción de comunicación, es imprescindible focalizarse en el público objetivo a la que nos queremos dirigir, y ello requiere un gran esfuerzo para identificarlo, aislarlo, diseccionarlo y por último, comprenderlo.

Desde hace unos meses, trabajo como Communication Manager de un proyecto europeo, SME_Organics, que tiene como objetivo potenciar el emprendimiento y apoyar a las pymes para que mejoren su competitividad y sostenibilidad y sean capaces de hacer crecer el sector de la alimentación y agricultura ecológica.

En el proyecto participamos, además de Navarra, otras seis regiones europeas: Lodzkie (Polonia), Puglia (Italia), North-West (Rumanía), Aquitania (Francia), Lombardía (Italia) y South Ostrobothnia (Finlandia); y cuenta además con socios clave en el sector de la producción ecológica, como son IFOAM EU (Bélgica), FiBL (Suiza) y CIHEAM MAIB (Italia).

Esa diversidad de culturas, de expectativas, trayectorias, enriquecen y complementan la visión que podemos tener sobre la producción ecológica. En general, en los países europeos el consumidor de productos orgánicos, y por tanto el público objetivo al que debemos dirigir nuestras acciones de comunicación, no es anti sistema, radical, revolucionario, alternativo o transgresor (como a veces parece que se intenta identificar), al contrario, es una persona preparada, informada, preocupada por el mundo en el que vive (y por tanto consciente de su pertenencia al «sistema»), consciente del reto de la sostenibilidad y dispuesta a participar activamente en el cuidado y mantenimento de su salud y bienestar.

En relación con este planteamiento, Clare Mc Dermott, Business Development Director de Soil Association Certification expuso en la 4th Organic Processing Conference que IFOAM-EU celebró en Sevilla, las seis tendencias que más están impactando a la hora de consumir alimentos orgánicos:

  1. Mistrut. O desconfianza en la industria convencional derivada de los sucesivos escándalos alimentarios. (Hamburguesas de carne de ternera que están hechas a base de cerdo; venta de alimentos caducados; abuso de grasas no saludables, etc).
  2. Farmer Empathy. O la percepción de que la mayoría de los productores están siendo aniquilados por las grandes industrias. Lo que lleva a un sentimiento creciente de simpatía hacia los pequeños agricultores y ganadores que subsisten con ssu pequeñas explotaciones.
  3. Waste. O la sensación de que nuestro cubo de la basura, el azúl, está siempre lleno de envases enormes, desproporcionados, rotundamente innecesarios.
  4. Convenience. O la certeza de que aunque el carnicero de mi barrio tenga mejor carne, la realidad es que no me da tiempo a ir a varios establecimientos y hago toda la compra en el supermercado, sacrificando entonces calidad, origen…
  5. Informed. O la definición del nuevo consumidor, que además está hiperconectado y que puede consultar, en tiempo real y a pie de punto de venta, desde las características nutricionales de un determinado producto hasta las opiniones de sus influencers favoritos o las mejores recetas con las que poder lucirse.
  6. Health. O la salud y el bienestar como un bien que salvaguardamos de forma proactiva, conscientes de nuestra responsabilidad y del papel que juega la alimentación en nuestro organismo.

Desde esta premisa, para Clare McDermott la visión que el consumidor tiene de los productos ecológicos está clara:

Capturaclare

Animales felices; vegetales cubiertos de barro; gente feliz; valles verdes; pequeñas familias de agricultores; y huertos comunitarios.

Previsible ¿no?

Sin embargo… No siempre nuestra percepción se corresponde con la realidad.

Pero esa es otra historia…